Pasada nuestra Semana Mayor, es momento de recordar todo lo vivido durante estos días. Una Semana Santa, en la que de nuevo hemos tenido la ocasión de entender por qué la alabamos y celebramos.
Domingo de Ramos
Sin duda, el día alegre de la semana, que marca el inicio de la pasión. Aún así, hay cosas que no cambian con el paso del tiempo: la velocidad para llegar a La Redonda, vestirnos, nervios y la inquietud antes de iniciar la primera procesión, la de “La Borriquita”.
Continúa siendo un día muy especial en nuestra familia, nuestro hijo pequeño, ferviente seguidor de este paso, mantiene intacta su ilusión de acompañar a Jesús en su burrita.
Lunes Santo
Este día podría ser bautizado como el día “sevillano” o “andaluz”. La procesión del Cautivo ha importado y escenifica a la perfección la tradición semanasantera del sur.
Todos mis respetos hacia la cofradía que la organiza pero personalmente no es el tipo de procesión que me guste para mi ciudad. Hemos sido capaces de desplazar, retirar y eliminar “costumbres” de nuestra Semana Santa prefiriendo una Semana Mayor heterogénea.
Martes Santo
Este día de dos procesiones separadas por media hora, dividen a nuestra ciudad.
La primera partiendo desde un marco único, la iglesia de San Bartolomé. La segunda desde Santa Teresita, donde de nuevo encontramos a otra cofradía logroñesa procesionando al “estilo Sur”. La “invasión andaluza” ya es realidad. De nuevo mi respeto hacia la cofradía de La Flagelación aunque ¿cómo podemos ser capaces de desplazar y eliminar “costumbres” de nuestras procesiones cuando debiéramos haberlas mantenido y potenciado?
Miércoles Santo
Acudimos al final de la mañana a uno de los actos importantes de esta semana en nuestra ciudad, sumándonos junto a cientos de fieles a cumplir la tradición y venerar al Cristo Yaciente del Santo Sepulcro.
Jueves Santo
Por fin, seamos realistas, podemos afirmar con rotundidad que este día comienza “la Semana Santa” en nuestra ciudad. Cada uno pensará lo que quiera pero tras la noche del Encuentro, Logroño vive su Semana Santa.
Como de costumbre, volvimos a experimentar la magia de un Jueves Santo lleno de emociones. La primera, hablando una vez más con cofrades amigos de nuestras vidas, los políticos, la inflación, las elecciones, … y sobre todo de la Semana Santa. Como ya empezamos a peinar canas y lucir calvas, parecemos “bichos raros” comentando y añorando años pasados, por supuesto, arreglando el mundo cofrade o quizás desarreglándolo pero siempre tan necesitados de él.
Por la tarde, nuestro hijo mayor, gran devoto del Nazareno, nos llevó a gran velocidad hasta Martínez Zaporta para ver la procesión del Nazareno antiguo. Su increbrantable devoción, ojalá le perdure siempre. Después, casi sin demora, subimos a los balcones del Círculo de la Amistad para ver a Escolapios. Tras su paso, tocaba ir a ver a La Piedad.
Sólo faltaba el Descendimiento pero con ellos la cita era a las doce de la noche, “encontrándonos” en la plaza del Mercado a las puertas de La Redonda.
Por la noche llega la inquietud, las idas y venidas esperando a que llegue la medianoche. Caras tensas, alegres, expectantes y emocionadas, ..., tiempo de reflexión , recogimiento y rezo en familia de todos los cofrades y devotos presentes en la capilla de Nuestra Señora de Los Ángeles.
Tras la oración del silencio (cliquea y lee) y el acto recordando a los hermanos y hermanas que nos dejaron durante el año, se inició una procesión con los sentimientos a flor de piel. No hay palabras para expresar uno de los instantes más vibrantes y conmovedores de estos días.
Viernes Santo
El día más importante de la Semana Santa. A lo largo de los años han ido organizándose distintas procesiones pero sin ninguna duda, la Magna procesión del Santo Entierro es el origen y piedra angular de nuestra Semana Mayor.
Si lo trasladamos a nuestra cofradía, también es el día principal para todo cofrade magdaleno. Este año además se cumplía el 74 aniversario desde que salía nuestro paso, (15-04-1949 / 15-04-2023).
A las 18:15h toda la cofradía en pleno se reunía en la capilla del Carmen para sacar el paso de María Magdalena. Una vez fuera y tras los honores de la banda, los pasos del Cristo de las Ánimas y del Encuentro arropaban a nuestra imagen a izquierda y derecha. Mientras, de nuevo, la plaza del Mercado mostraba sus mejores galas como cada Viernes Santo desde tiempo inmemorial.
Esta espera ayuda a descubrir y encontrar respuestas a muchas de las preguntas que un cofrade se va haciendo a lo largo de todo un año.
De repente entre el bullicio y las visitas de familiares y conocidos, la Oración del Huerto inicia su caminar. Llegó la hora, hay que ponerse el capuz y ocupar cada uno su sitio, comienza la procesión. María Magdalena y las penitentas son las protagonistas. Sin darte cuenta ya estás dentro de un recorrido abarrotado. Cada metro recorrido es una tormenta de emociones que con dificultad se intenta controlar y gestionar. Por un instante, la parada en el Ateneo te hace volver a la realidad. En Rodríguez Paterna, honores de toda una cofradía a la gran labor de la Cocina Económica. Tampoco María Magdalena falta a la cita en el hospital y vuelve a subir hasta su puerta. Este humilde gesto hace posible vivir unos minutos conmovedores y trascendentales. En la sencillez está la grandeza y lo bello.
Giramos a la calle del Marqués de San Nicolás, mi tramo preferido. Siempre lo ha sido, ayudándome a meditar profundamente, a pensar “en mis cosas: desvelos e ilusiones”, pensamientos, silencio, oración…, intentando encontrar respuestas a tantos porqués, interrogantes e injusticias.
Una nueva parada junto a la iglesia de Palacio me hace caer en la cuenta que el recorrido se va acortando y cuando menos te lo esperas, giramos en la Merced. El aliento de la gente, hace que “despierte” mientras el ritmo aminora.
Nunca se quiere acabar, ¿por qué lo “bueno” pasa tan rápido? Cada metro recorrido se disfruta como si fuera el último y a pesar del cansancio aún hay fuerzas para continuar el tiempo que hiciera falta.
Parada en el Círculo y al fondo, la Concatedral. Allí nos esperan todas las secciones de la cofradía, haciendo pasillo y como al comienzo María Magdalena y las penitentas son las protagonistas.
La procesión ha terminado, aplausos, abrazos, lágrimas, felicidad, cansancio, satisfacción... y sobre todo sentimiento de orgullo, al ser un año más los elegidos por María Magdalena para ser sus pies y acompañarle por las calles de nuestra ciudad.
Y así transcurrió mi Semana Santa 2023, como siempre tan emotiva y necesaria. Días para hacer grupo y comunidad = cofradía. Sintiendo que somos una familia y que nuestra cofradía sigue con mucha vida.
También ha sido increíble, al igual que el año pasado, cómo la ciudad y visitantes se han volcado con nuestra Semana Santa. El apoyo y asistencia han sido extraordinarios. Sintiéndonos tremendamente arropados. Y como dice y proclama el papa Francisco, haciendo tarea evangelizadora, acercando a Dios a “mucho necesitado”.
Esperemos que todo lo sentido y vivido, nos anime a reflexionar y entender que siguen existiendo situaciones complejas y duras de asumir pero el mensaje que nos trasmite Cristo, al igual que lo hizo con María Magdalena, es que juntos lo superaremos, tengamos fe.
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