sábado, 5 de octubre de 2019

¿Qué pasará...?


Desde comenzaron las obras de rehabilitación en la capilla de Los Ángeles muchos en la cofradía nos preguntamos qué va a pasar con el famoso “cuartito”, (espacio cedido por La Redonda a la cofradía entre el retablo de la Virgen del Carmen y los muros de la concatedral para pueda guardar alguno de sus enseres).

Cuando te diriges a la puerta de acceso no imaginas que detrás del retablo exista un espacio, (no muy amplio pero sí lo suficiente), para dejar lo necesario a utilizar durante Semana Santa. En un principio este cuarto era utilizado por la antigua Hermandad y más tarde compartido junto con la Cofradía. Actualmente sólo es usado por la Cofradía.

 
Confieso que a pesar del desorden y polvo, tiene su encanto. Y lo tiene porque cuando te adentras sientes como si la máquina del tiempo te trasladara a otra época. Allí se puede encontrar todo lo inimaginable, desde varas antiguas de representación pasando por mesas, percheros, herramientas, trajes, incensarios, estandartes,…, hasta encontrar una colección de palmas de distintos años. Vamos un verdadero cajón desastre. Mi curiosidad aumenta cuando descubres sobre tu cabeza maderos apoyados en las paredes para sujetar el retablo y de pronto una escalera metálica te mira por encima animándote a que la bajes para iniciar un viaje lleno de peligros hasta el final de sus peldaños.


Durante el año, el cuartito sufre “la más estricta soledad” ya que son contadas las ocasiones en las que es utilizado y en él, los ácaros y demás seres vivos reinan a sus anchas hasta que llegan los meses de Marzo y Abril.

No sabría decir la infinidad de veces que se ha limpiado y ordenado. Aunque cuando entras el Domingo de Ramos está igual que años pasados.

También es un buen lugar para observadores y curiosos que desean apreciar cómo se hacían retablos en el siglo XVI. Pero cuando llegan el Jueves y el Viernes Santo se transforma en el camarote de los hermanos Marx.

Aunque personalmente echo de menos aquellas mañanas de Jueves Santo cuando Pepito te animaba a entrar en el cuartito para degustar un delicioso milhojas de la Mariposa de Oro como mandaba “la tradición magdalena”.