Desde
comenzaron las obras de rehabilitación en la capilla de Los Ángeles muchos en
la cofradía nos preguntamos qué va a pasar con el famoso “cuartito”, (espacio
cedido por La Redonda a la cofradía entre el retablo de la Virgen del Carmen y
los muros de la concatedral para pueda guardar alguno de sus enseres).
Cuando
te diriges a la puerta de acceso no imaginas que detrás del retablo exista un
espacio, (no muy amplio pero sí lo suficiente), para dejar lo necesario a
utilizar durante Semana Santa. En un principio este cuarto era utilizado por la
antigua Hermandad y más tarde compartido junto con la Cofradía. Actualmente
sólo es usado por la Cofradía.
Confieso
que a pesar del desorden y polvo, tiene su encanto. Y lo tiene porque cuando te
adentras sientes como si la máquina del tiempo te trasladara a otra época. Allí
se puede encontrar todo lo inimaginable, desde varas antiguas de representación
pasando por mesas, percheros, herramientas, trajes, incensarios, estandartes,…,
hasta encontrar una colección de palmas de distintos años. Vamos un verdadero
cajón desastre. Mi curiosidad aumenta cuando descubres sobre tu cabeza maderos apoyados
en las paredes para sujetar el retablo y de pronto una escalera metálica te
mira por encima animándote a que la bajes para iniciar un viaje lleno de
peligros hasta el final de sus peldaños.
Durante
el año, el cuartito sufre “la más estricta soledad” ya que son contadas las ocasiones
en las que es utilizado y en él, los ácaros y demás seres vivos reinan a sus
anchas hasta que llegan los meses de Marzo y Abril.
No
sabría decir la infinidad de veces que se ha limpiado y ordenado. Aunque cuando
entras el Domingo de Ramos está igual que años pasados.
También
es un buen lugar para observadores y curiosos que desean apreciar cómo se
hacían retablos en el siglo XVI. Pero cuando llegan el Jueves y el Viernes
Santo se transforma en el camarote de los hermanos Marx.
Aunque
personalmente echo de menos aquellas mañanas de Jueves Santo cuando Pepito te
animaba a entrar en el cuartito para degustar un delicioso milhojas de la
Mariposa de Oro como mandaba “la
tradición magdalena”.
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