sábado, 27 de febrero de 2021

Confesiones y recordando... (XXII)

 

Ante una nueva Semana Santa “anómala”, a veces los humanos buscamos en nuestros recuerdos para sentirnos mejor. Y es que la nostalgia nos hace más empáticos, más sociables e incluso desprendidos. Idealizamos nuestro pasado y tendemos a quitar todo lo negativo quedándonos con lo positivo, de ahí que revivir lo pasado nos haga sentirnos tan bien.

Si todo esto lo trasladamos a las vivencias y recuerdos que uno guarda referentes a la cofradía, he de decir: ¡qué felicidad!


Desde pequeño la Semana Santa siempre me atrajo y por aquellos años era necesario tener familiares o conocidos para poder pertenecer a cualquier cofradía. Yo nunca tuve ni familiares, ni conocidos pero tenía claro que quería ser cofrade y tocar el tambor. 

Una vez decidido a dar el paso, tuve la difícil papeleta de elegir entre cuatro cofradías. Tres tenían banda pero uno que es prudente y responsable entendía que empezar desde cero en una banda de nueva creación era más sencillo que en otras. Nunca me he arrepentido de ello y la elección fue sin duda la acertada.

Mi comienzo como cofrade lo recuerdo lejano pero no puedo olvidar el cariño y el ambiente familiar que esta cofradía desprendía. No llegábamos ni a sesenta pero éramos como la gran familia de la película, Chencho incluido.

Nunca olvidaré las reuniones en las salas de La Redonda cuando el inolvidable Chuchi “El Bragas” se sentaba frente al piano y el resto cantábamos como si estuviéramos en la ópera pero desafinando a pleno pulmón.  De repente, Ángel Castillo ponía seriedad, pedía silencio y, con voz baja y pausada repetía como cada Semana Santa, “yo lo dejo, llevo muchos años y ya está bien, va siendo hora…”, y entonces Pepito movía su cabeza de izquierda a derecha, mascullaba “que de eso nada de nada” y le quitaba la palabra hablando de las cuentas, los dineros, los gastos y un año más seguía de Hermano Mayor. Algunos no sabrán o recordarán que Pepito era el “Solchaga” de la Cofradía, (por aquellos años Ministro de Hacienda) y muchas fueron las bromas que le gastábamos al tan recordado tesorero don José Cestafe Segura.

Largas e intensas fueron las tertulias que mantuve con Pepe, en su casa o en vermús toreros hablando de la Semana Santa y sobre todo de su cofradía. Miles de anécdotas y entresijos que a día de hoy aún rememoro. Nunca perdonó que una cofradía como él manifestaba, “hermana y vecina” le pidiera ochocientas de las antiguas pesetas “por seis varas usadas y que iban a ser tiradas a la basura”.

Siempre defendió, “una procesión sin tambores ni bandas, en riguroso silencio y penitencia, como antes, quien quiera ruido que lo busque en otro sitio o en San Mateo”. De él aprendí a ser cofrade de la Magdalena y disfrutaba escuchándole hablar de los Viernes Santo de “antes” cuando la imagen se bajaba a primera hora y seguidamente se buscaban flores por Logroño, pidiéndolas a vecinos que tenían huertas o jardines. Todo empezaba y acababa el viernes.


Tampoco puedo olvidar a Ángel Castillo, el Hermano Mayor por antonomasia de la cofradía. Hablándome de María Magdalena mientras me enseñaba una foto de la santa sacada de su cartera, “Ves”, me decía, “vaya donde vaya o esté donde esté, ella siempre va conmigo. Ella nunca te fallará, hazme caso”. Sin duda, él me inculcó el respeto, devoción y cariño a María Magdalena. Desde aquel día en mi cartera y maletín de trabajo no falta una postal de ella.

Me veo en el camión de butano de Fontecha yendo a la Plaza de Toros a recoger las andas para llevarlas a La Redonda. Todos los niños y jóvenes después de la procesión del Santo Entierro, subíamos de nuevo a él para ir al ambigú de la plaza y tomar allí el mejor de los bocadillos de tortilla de patata que he comido. Un verdadero manjar tras un largo día, a pesar del frío que pasábamos en los tendidos de la vieja plaza. Con la desaparición del viejo coso, fuimos cambiando de lugares, unos mejores y más cómodos como el actual pero como aquel ninguno.


También me acuerdo del revuelo que provocó el ser pioneros dentro de las cofradías de la ciudad permitiendo a mujeres cargar el “paso”, algo que ahora es de lo más lógico y normal. O el sobresalto de un sacerdote de la concatedral al ver como en el “cuartito”, convertido en el camarote de los hermanos Marx, degustábamos dos docenas de milhojas de la Mariposa de Oro, tras terminar de preparar el paso un Jueves Santo. Rápido le desapareció el enfado al probar tan delicioso pastel. 



Y…, hablando del “cuartito”, tampoco olvido, la gran impresión que me produjo ver por primera vez las cadenas de antiguas penitentas que dejaron a la cofradía como donación y que si las últimas obras de la concatedral no han hecho olvidar, seguirán guardadas en uno de los rincones dentro de una pequeña caja de madera medio carcomida.

Más curioso aún fue cuando se confeccionó el nuevo hábito marrón. En La Redonda los días de Semana Santa, sobre la mesa que se instala junto al “paso” para la venta de claveles, se pusieron dos “geyperman”, (antiguos muñecos de juguete), vestidos con el traje de la Cofradía, confeccionados y diseñados por la mujer de Paco. En octubre de 1992, en los salones parroquiales de La Redonda, Olloqui montó un verdadero desfile de moda parisino, maniquíes incluidos, para elegir el actual hábito.




Más cercanos en el tiempo están los “muñequitos cofrades” que artesanalmente hizo Pepe o su penúltimo trabajo, (porque seguro que nos reserva alguna sorpresa allí donde esté), unas Magdalenas en miniatura como regalo a cada cofrade.



Tampoco puedo omitir tres situaciones que también me han marcado. La primera cuando al finalizar una procesión del Santo Entierro, Paco Sarasa me pidió ayuda para dar a las penitentas una docena de claveles. Desde esa procesión, todos los años ayudo a repartir a estas fervientes mujeres sus claveles, agradeciéndoles su escolta y devoción, sin ellas esta cofradía no tendría sentido.




La segunda, cuando en una asamblea general, tras la baja de Javier Ortega, la cofradía cuenta conmigo para bajar la imagen de María Magdalena de su habitual lugar de culto cada Miércoles Santo por la tarde para realizar el traslado a sus andas y tras la finalización del Santo Entierro, volver a dejarla en su lugar para su devoción durante el resto del año. Las sensaciones, magia y sentimientos que uno experimenta son indescriptibles.

Por último, un hecho que ocurrió en la procesión del año 2019. Por fin, tras muchos años sin hacerlo, María Magdalena subió hasta la misma puerta del hospital provincial. Su visita a los enfermos como se hacía antaño, tradición que deberíamos mantener sin ninguna duda y que cuando de nuevo volvamos a procesionar habrá que hacer. Este humilde y sentido gesto ha hecho que muchos cofrades y ciudadanos, entre los cuales me incluyo, pudiéramos vivir un instante tan imborrable y emotivo.

Pero de entre todos los recuerdos que a uno se le agolpan en la cabeza, el que más me señaló fue cuando un hermano cofrade me contaba lo mal que lo pasó la única vez que por diversos motivos no pudo estar un Viernes Santo en la procesión junto a María Magdalena. Desde entonces entiendo mejor el por qué sigo siendo cofrade y sobre todo de esta cofradía.



sábado, 20 de febrero de 2021

Vía Crucis

 





Ayer, viernes 19 de febrero, nuestra cofradía fue la encargada de realizar el primer vía crucis, siendo el primer acto de la Cuaresma 2021 organizado por la Hermandad.  

Todos los actos programados para esta cuaresma y próxima Semana Santa serán online y retrasmitidos en directo en el canal de youtube de la Hermandad o en su página web: 

www.hermandadcofradiaslogrono.org





viernes, 19 de febrero de 2021

Cuaresma 2021


Inmersos en la cuaresma, etapa necesaria y preludio a la Semana Mayor, la Hermandad de Cofradías de la Pasión de la Ciudad de Logroño y las cofradías que la integran ya tienen programados varios actos. Debido a la pandemia y a las restricciones, todos ellos serán online, a través del canal de Youtube de la Hermandad.

El primero de los actos tuvo lugar ayer https://youtu.be/rEKExdkebq4


Además de la presentación de los actos cuaresmales, también se mostró el cartel y revista de la Semana Santa 2021.


Un año más, Jaime Ocón, secretario de la Hermandad es el autor del cartel que muestra a varios cofrades de la Santa Cruz saliendo en procesión desde la iglesia de San Bartolomé. Destacar que es la cuarta ocasión, (1977, 1982, 1984 y 2021), en la que no aparece alguno de los pasos de nuestra Semana Santa.





D. Fermín Labarga, prior de la Hermandad, explica las claves para entender cartel:

«Primera clave: en la situación de alarma en que nos encontramos a raíz de la pandemia del Covid-19, colaborando activamente con las autoridades, la Hermandad decidió que este año, al igual que sucedió el pasado, NO haya procesiones. Siendo conscientes del gran dolor que esta medida supone para los cofrades, hemos querido que sean ellos precisamente los protagonistas del cartel. Todos los cofrades, pequeños y mayores, hombres y mujeres, unidos bajo un mismo hábito y ocultos tras un mismo antifaz. Cada uno de ellos representa a los miles de cofrades logroñeses que este año ofrecerán como su mayor penitencia no salir en procesión. Por otra parte, gracias al cartel, y aunque sea sólo simbólicamente, podremos decir que también este año hay nazarenos, capuchinos, en las calles de Logroño.

Segunda clave: el cartel se enmarca en la maravillosa portada gótica, con reminiscencias románicas, de la iglesia de san Bartolomé. La ciudad de Logroño celebra este año el V Centenario del Sitio, que tuvo lugar en 1521. Pues bien, hemos elegido precisamente esta ubicación porque es el único resto arquitectónico que perdura desde entonces. Los logroñeses de 1521 contemplaron y admiraron esta bellísima y monumental portada de San Bartolomé, al igual que lo hacemos nosotros ahora. Pocos años después del Sitio, cuando se erigió la primitiva cofradía de la Vera Cruz de Logroño en el año 1537, su procesión del Jueves Santo, con los disciplinantes, discurría precisamente por delante de esta fachada al regresar a su iglesia conventual de San Francisco. Es nuestro particular homenaje a los logroñeses de 1521 y nuestra modesta aportación al V Centenario.

Tercera clave interpretativa: el cartel de este año 2021 comparte con los de años anteriores un elemento común. Se enmarca en una puerta. Las cofradías, como el resto de la diócesis, queremos ser Iglesia en salida. La Misión Diocesana “Euntes” nos invita, precisamente, a salir anunciando la Buena Noticia de Cristo, como hicieron los apóstoles, entre ellos san Bartolomé, cuya predicación ponen de manifiesto las esculturas de la portada que aparecen en la parte alta del cartel.

Este año, y de forma muy explícita, el cartel de Semana Santa nos anima a salir; ciertamente con precaución, buscando nuevas plataformas de difusión de la fe en el Resucitado que los cofrades anunciamos cada año cuando llega la primavera.

El color negro en el que se enmarca el cartel, no es simplemente un recurso artístico, sino la expresión de nuestro luto por los difuntos que ha dejado tras de sí esta funesta pandemia, muchos de ellos miembros muy queridos de nuestras cofradías logroñesas. Para ellos nuestro recuerdo, nuestro homenaje y nuestra oración».

 






 

 

 

 

 

sábado, 13 de febrero de 2021

Triste noticia

 

Nos han informado que el pasado viernes 12 de febrero, falleció nuestro hermano José Luis Castillo Serrano.


Hermano de Ángel Castillo, perteneció a la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro y tras varios años desvinculado de ella, ingresó en nuestra cofradía.

En la Semana Santa de 2015, porta por última vez a María Magdalena. Desde ese año, deja su puesto en las varas para formar parte como acompañante en los desfiles procesionales.




María Magdalena le habrá abierto las puertas del Reino para disfrutar de la felicidad eterna junto al Padre.

Desde estas líneas queremos dar nuestro más sentido pésame a la familia y a todos los hermanos cofrades. Y nos unimos en oración por su eterno descanso. Descanse en paz.


Santa María Magdalena, ruega por nosotros

martes, 2 de febrero de 2021

¿Semana Santa 2021?

 

Seguimos inmersos en la tercera ola de la pandemia y tras pasar un año, parece que volvemos a la casilla del principio. Si a todo esto sumamos, la impaciencia de una sociedad tan infantil y carente de valores, tenemos la tormenta perfecta para estar a día de hoy como estamos.

Hace escasos días me encontré con uno de los hermanos de la cofradía y tras hablar “del tema de moda”, su despedida me dejó un tanto confuso, me dijo, “nos vemos en abril”. No sé si estaba de broma, no lo creo, pero le respondí irónico, “como muy pronto en el 2022”. Ni corto ni perezoso contestó, “ah, pero este año no se sale”. No quise iniciar con él un resumen de todo lo que nos ha ido pasando, de dónde venimos, cómo estamos y hacia dónde vamos, … y, me limité a darle ánimo.

Al segundo entré en “un bucle” de pesimismo por el comentario anterior, haciéndose patente una vez más, el daño que continúa produciendo, como yo lo llamo “el virus cofrade-primaveral”.



Desde hace años, las cofradías en general se centran sólo y exclusivamente en la Semana Mayor. Una vez pasados estos días, guardamos nuestros pasos, bombos, tambores, estandartes, trajes y varas en los armarios hasta el año próximo y aquí paz y después gloria. Sin caer en la cuenta que nuestra labor debe desplegarse en cada uno de los días del año.

Todo gira alrededor de las procesiones y fuera de estas fechas, lamentablemente, vemos el vacío. Todos los que pertenecemos a una cofradía debemos reflexionar y entonar el mea culpa. Somos más necesarios de lo que pensamos. Debemos actuar como si fuéramos las vacunas contra las grandes enfermedades que están dañando a esta sociedad tan escasa de valores e inmadura. Tenemos que ser útiles y grandes transmisores de esperanza, paz, fe e ilusión.



Por supuesto que a mí también me duele y entristece, otro año sin poder procesionar pero no podemos perder de vista que cada día se cruzan en nuestras vidas “pasos vivientes” que requieren de nuestra ayuda.

Por ello, insisto una vez más, en centrar “las procesiones de este año” junto a aquellos que padecen el dolor de la desesperanza. Siendo portadores del Evangelio para que cada día iluminemos a los necesitados de nuestros “pasos”, dándoles protección, favor y atención.