lunes, 3 de enero de 2022

Nuevo año, grandes retos e ilusiones.

Comenzamos un nuevo año y esperemos que esté cargado de salud y felicidad para todos. 


En cuanto al apartado cofrade llega un “año clave”. Tras el parón de los últimos dos años, veremos cómo transcurre este 2022. Aunque el futuro no pinta nada bien, con nuevas variantes de virus, el “virus cofrade” sigue haciendo de las suyas: ya han pasado 730 días y en el mundo cofrade logroñés ha reinado el silencio y ostracismo.




¿Pintan bastos?


Si echamos la vista atrás, llevábamos varios años inmersos en una “crisis cofrade seria”, acrecentándose cada Semana Santa e introduciéndonos en un túnel al que cada vez cuesta más ver salida. Algunos observábamos con incertidumbre y preocupación la desmotivación general: falta de cofrades, gente nueva..., poniendo en peligro el relevo generacional de nuestra Semana Santa. Varias cofradías buscando voluntarios para portar sus pasos, ... ¿qué pasará este año, si añadimos a este lastre, todo el que ha sido generado por la pandemia?


Seguro que seguiremos igual de incompetentes como hasta ahora buscando soluciones. Continuaremos con nuestra incapacidad de “abrirnos” a la sociedad y mostrar mayor cercanía. En otras ciudades, se han hecho infinidad de actos, procesiones, actividades,..., sintiendo envidia sana y tristeza por no hacer nada parecido en Logroño. Parece que la vida de nuestras cofradías, salvo alguna excepción, dura siete días, el resto a hibernar y así nos va...

 



¡Ah! Y cuando se pretende hacer algo, (sirva de ejemplo la no procesión de la Virgen del Rosario en octubre 2021 al no permitirla el Secretariado Diocesano de Hermandades y Cofradías de nuestra Diócesis), desde dentro no ponen piedras sino muros en el camino. ¡Craso error! 


Muchos aún no comprenden cuál es nuestra finalidad, ante esto, deberemos reflexionar al respecto y entonar también el mea culpa. 

Lo que sí tengo claro es que de nuevo tendremos que esforzarnos por cargar la cruz, aportando nuestro granito de arena para cambiar todo este sin sentido. Haciendo llegar el mensaje de esperanza de Jesús y María Magdalena a una sociedad tan inmadura, infantil y carente de valores.


Ojalá este nuevo año sea el inicio del cambio, el cuál se dará si cada uno de nosotros tomamos en serio nuestra misión como cofrades.


Santa María Magdalena, ruega por nosotros.