La semana pasada coincidí con un cofrade que volvía de
sus vacaciones por Francia y que regresaba admirado por la gran devoción que
tienen en el país vecino a María Magdalena, dedicándole catedrales, iglesias,
calles, plazas,… y, sorprendido porque en ninguno de los lugares visitados
dedicados a ella se le tratara como penitenta. Tras una agradable y distendida
charla, le transmití mi inquietud por escribir un artículo en el blog que
ayudara a entender la eliminación de penitente en santa María Magdalena.
Iglesia de la Madeleine - París - |
Mientras que el cristianismo oriental honra
especialmente a María Magdalena por su cercanía a Jesús, considerándola apóstol,
en Occidente se desarrolló la idea de que antes de conocer a Jesús, había sido una
mujer muy pecadora y de ahí viene el suponer, aunque la Iglesia Católica no lo
afirme, que se haya dedicado a la prostitución.
Esta idea nace, en primer lugar, de la identificación
de María Magdalena con la pecadora que aparece en el evangelio de Lucas 7,
36-50; y en segundo lugar también en Lucas 8,2 donde se dice, esta vez
refiriéndose claramente a María Magdalena, que de ella «habían salido siete
demonios».
La imagen de María Magdalena como penitente también
puede ser confundida con María Egipcíaca, santa del siglo V, quien se había
dedicado a la prostitución y se retiró al desierto a redimir sus culpas. Es
común ver representaciones de ella con los cabellos largos que cubren su cuerpo
o envuelta con cañas, símbolos de su penitencia en el desierto. Estos atributos
en ocasiones acompañan a la Magdalena, creando a veces la confusión de ambas
santas.
En la tradición católica, por tanto, María Magdalena
pasó a ser un personaje secundario, a pesar de su indudable importancia en la
tradición evangélica. El relegamiento que sufrió María Magdalena ha sido
relacionado con la situación subordinada de la mujer en la Iglesia.
En 1969, el papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el apelativo de
«penitente» adjudicado tradicionalmente a María Magdalena. Desde entonces, la Iglesia
Católica ha dejado de considerar a María Magdalena una prostituta arrepentida.
Sin embargo, esta visión continúa siendo la predominante para muchos católicos.
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