Hoy es la festividad de santa
María Magdalena, día importante para toda la cofradía por ser su titular.
Su nombre era: María, que
significa "preferida por Dios". Su sobrenombre era: Magdalena, o sea:
nacida en Magdala, una ciudad a la orilla del Mar de Galilea, o lago de
Tiberiades.
María de Magdala fue una de
los primeros seguidores de Jesús y por cierto merece llamarse discípula. Una
mujer enérgica, impulsiva y cariñosa, que no solo viajó con Jesús, sino que
contribuyó a las necesidades del grupo. Presenció la crucifixión y fue a ungir
el cuerpo de Jesús la mañana del domingo cuando descubrió la tumba vacía. Fue
la primera en ver a Jesús resucitado.
María Magdalena es un ejemplo
de corazón ardiente que vivió agradecido y entregado. Esa entrega, le llevó a
estar al pie de la cruz cuando todos los discípulos, excepto Juan, estaban
ocultos por temor. Después de la muerte de Jesús, su intención fue ofrecerle
todo. Como todos los seguidores de Jesús, nunca esperó una resurrección
corporal, pero se regocijó en gran manera al descubrir que había resucitado.
No tenía una fe complicada.
Fue directa y genuina. Le interesaba más creer y obedecer que comprenderlo
todo. Jesús honró su fe, concediéndole el privilegio de ser la primera en verlo
resucitado y confiándole el primer mensaje de su resurrección.
Mientras que el cristianismo oriental honra
especialmente a María Magdalena por su cercanía a Jesús, considerándola
apóstol, en Occidente se desarrolló la idea de que antes de conocer a Jesús,
había sido muy pecadora y de ahí viene el suponer, aunque la Iglesia Católica
no lo afirme, que se haya dedicado a la prostitución.
Esta idea nace, en primer lugar, de la identificación
de María Magdalena con la pecadora que aparece en el evangelio de Lucas 7,
36-50; y en segundo lugar también en Lucas 8,2 donde se dice, esta vez
refiriéndose claramente a María Magdalena, que de ella «habían salido siete demonios».
María Magdalena de Navarrete el Mudo. Sacristía de La Concatedral de La Redonda |
La imagen de María Magdalena como penitente también
puede ser confundida con María Egipcíaca, santa del siglo V, quien se había
dedicado a la prostitución y se retiró al desierto a redimir sus culpas. Es
común ver representaciones de ella con los cabellos largos que cubren su cuerpo
o envuelta con cañas, símbolos de su penitencia en el desierto. Estos atributos
en ocasiones acompañan a la Magdalena, creando a veces la confusión de ambas
santas.
En la tradición católica, por tanto, María Magdalena
pasó a ser un personaje secundario, a pesar de su indudable importancia en la
tradición evangélica. El relegamiento que sufrió María Magdalena ha sido
relacionado con la situación subordinada de la mujer en la Iglesia.
El papa Pablo VI retiró del
calendario litúrgico el apelativo de «penitente» adjudicado tradicionalmente a
María Magdalena. Desde
entonces, la Iglesia Católica ha dejado de considerar a María Magdalena una
prostituta arrepentida. Sin embargo, esta visión continúa siendo la
predominante para muchos católicos.
Sin
ninguna duda es una buena
compañera cuando atravesamos circunstancias duras de nuestra vida, cuando
vivimos realidades de desesperanza, de no ver salida, de dolor y sufrimiento. A pesar de todo lo que está ocurriendo en el
mundo, el mensaje que hoy nos transmite es que juntos, lo superaremos, no
saldremos indemnes pero lo lograremos. Su ejemplo de vida nos sirve de
estímulo, tengamos fe.
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