Se acerca la semana más
importante del año para los católicos y el mundo cofrade. Aunque estemos en
medio de una pandemia, no hay nada que pueda cambiar el sentido fundamental de
esta semana, centrada en la muerte y resurrección de Jesús, conmemorando el
acontecimiento más importante de nuestra fe.
Por ello,
estos días son una magnífica oportunidad para hacer un alto en el camino y
reflexionar. Caer en la cuenta que a pesar de las dificultades que existan, la
Semana Santa es vital para entender el mensaje que trasmite el Evangelio.
Este año de
nuevo muchos se echarán las manos a la cabeza por no poder celebrar nuestra
Semana Mayor como lo hemos hecho durante tantos años. Y es que, lamentablemente
en muchos aspectos la Semana Santa ha perdido tanto su sentido que incluso algunos
piensan que ha sido creada para generar turismo o para salvarlo.
Como muy bien dice el refranero popular, “no hay mal que por bien no venga” y tenemos una ocasión maravillosa para dar un giro a la Semana Santa. No habrá procesiones pero podremos reflotar, mantener y potenciar su sentido religioso de otra manera. Porque es en esa religiosidad donde se encuentra la esencia auténtica de la Semana Santa.
Hay cosas que por muy oscuro que
esté el túnel, no cambian y una vez más nos preparamos a vivir una experiencia
única. Difícil de explicar con palabras y complicado de entender por aquellos
que no han vivido la Semana Santa en su plenitud.
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