La
Navidad se acerca y con toda probabilidad en nuestro interior se entremezclen
recuerdos llenos de felicidad, alegría y ternura, con otros de tristeza y
melancolía. Cada uno de nosotros tendremos un recuerdo distinto pero si
realmente vivimos la Navidad, todos coincidiremos en que es una de las
festividades importantes del cristianismo.
En
nuestra sociedad actual, tan polarizada, tan escasa de valores y tan de fachada,
celebrar la Navidad cada vez más supone un mero acto social y festivo. En el
que lo tradicional y familiar ya no se lleva porque es algo retrógrado y por
supuesto nada progre. Intentando obviar e incluso eliminar su sentido religioso,
convirtiendo a la Navidad en algo minúsculo, superficial, comercial y sin
sentido. De tal forma que de unos años acá nos quieren “vender” y convencer de
que no hay nada más extraordinario como unas navidades laicas, llenas de
regalos, comidas y cenas de empresa, consumismo y sobre todo vacías de
contenido.
Lo
siento mucho pero a estos analfabetos y manipuladores de la historia y
tradiciones a su antojo y pensamiento, se les olvida que la Navidad es una
fiesta puramente religiosa. Infinidad de personas en el mundo conmemoran el
nacimiento de Jesús, el momento en el que Dios se hace hombre. El anuncio de la
alegría, paz y luz. El encuentro con Jesús que de nuevo nos llama a nuestro
corazón buscando posada y refugio. Ojalá un año más podamos encontrarnos con el
Niño Dios. Feliz Navidad.
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