domingo, 16 de abril de 2017

¡Qué gran regalo!





Durante estos días, todo recordaba a muerte pero en realidad el silencio y tristeza percibidos, nos iban anunciando que algo grande pasaría. En el interior de cada creyente se esperaba el mejor regalo que Dios nos ha dado a la humanidad.





María Magdalena que estuvo al pie de la cruz cuando todos los discípulos, excepto Juan, estaban ocultos por temor, tuvo el privilegio de ser la primera en ver resucitado a Jesús. Él honró su fe y le confió el primer mensaje de su resurrección.






El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Evangelio según san Juan (20,1-9).



¡Aleluya! Cristo resucita y de nuevo renace la esperanza de la vida.  Alegrémonos hermanos y celebrémoslo como se merece.

Cristo ha resucitado entre los muertos,
con su muerte ha vencido a la muerte.
Y a los muertos ha dado la vida. 
Amén.

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