Ya
está llamando a nuestras puertas. Un año más se acerca la Navidad, buen momento
para frenar, aparcar a un lado el ritmo vertiginoso de nuestras vidas y parar a
reflexionar sobre el significado de la Navidad.
Probablemente
nos lleguen recuerdos de nuestra infancia, olores, sonidos,…, y, lleno de
felicidad y ternura. Con otros de tristeza al recordar a todos aquellos seres
queridos que ya no están presentes con nosotros y que tanto echamos de menos.
Cada
recuerdo será distinto pero si realmente vivimos la NAVIDAD con mayúsculas,
todos coincidiremos en que es una de las festividades más importantes del
cristianismo. Y es que en estas fechas lo que realmente celebramos es el
nacimiento de Jesús. Suceso que en nuestra sociedad se intenta obviar e incluso
eliminar, como si nos avergonzáramos de ello, convirtiendo la Navidad en algo
minúsculo, superficial, comercial y sin sentido.
“¡Navidad
es contemplar la visita de Dios a su pueblo! ¡Es un encuentro! ¡Es el encuentro
con Jesús! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón, con la
vida; encontrarlo vivo, como Él está; sentir la alegría de ser encontrado por
el Señor y encontrarlo con fe. Este es el encuentro que nosotros queremos: ¡el
encuentro de la fe!
¡La
Navidad es un anuncio de alegría! ¡Es la encarnación y la raíz de la
alegría! ¡La Navidad es alegría, alegría religiosa, alegría de Dios,
interior, de luz, de paz! Cuando no se tiene la capacidad o se está en una
situación humana que no te permite comprender esta alegría, se vive la fiesta
con alegría mundana. Pero entre la alegría profunda y la alegría mundana hay
mucha diferencia. Y a esa alegría, que es la alegría del Evangelio y su
dinamismo misionero, todos estamos llamados y todos hemos de encaminarnos.”
Papa Francisco.
¡¡FELIZ
NAVIDAD!!
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